(Ensayo de Consuelo Castellanos, Macarena Costanzo, Ámbar De Waegemaeker y Pilar Ordóñez)
En este ensayo intentamos analizar con profundidad ciertos aspectos del poema “Coloquio de los centauros”, incluido por Rubén Darío en Prosas profanas, aspectos como estructura externa, temática y personajes. Una característica relevante del poema es la estructura, además de ser un poema dedicado (como algunos de la colección) al escritor y erudito francoargentino Paul Groussac, está escrito a modo de diálogo dramático pues es posible reconocer prólogo, desarrollo y epílogo.
Este poema está compuesto por treinta y seis estrofas y doscientos doce versos; un yo lírico comienza presentando el lugar y el tiempo en cuatro estrofas y veintidós versos.
Considerando la métrica del poema, es decir, los caracteres técnicos que hacen a una buena y entretenida comprensión de la obra, podemos decir que en “Coloquio de los Centauros”, Rubén Darío, como gran parte de los poetas modernistas, le da una gran importancia a la relación entre la poesía y la música. Esto explica la gran musicalidad y ritmo del poema que analizamos. Está compuesto por doscientos doce versos alejandrinos, es decir, son versos de catorce sílabas, y rima consonante en grupos de pareados (de a dos versos). Baste como ejemplo la primera estrofa:
En la isla en que detiene su esquife el argonauta 14 síl. A
Del inmortal Ensueño, donde la eterna pauta 14 síl. A
De las eternas liras se escucha: - Isla de Oro 14 síl. B
En que el tritón elige su caracol sonoro 14 síl. B
Y la sirena blanca va á ver el sol - un día 14 síl. C
Se oye un tropel vibrante de fuerza y de harmonía. 14 síl. C
Desde el punto de vista de la temática, en el poema encontramos una gran variedad de temas, entre ellos se encuentran la naturaleza, la muerte, la mujer y, por último, el amor.
En primer lugar, la isla de los Centauros, presentada en la primera estrofa, es calificada como Isla de oro porque el oro es el símbolo de naturaleza espiritual, lo que aparece en las simbologías esotéricas de todos los tiempos. Este mineral refleja el lugar de pertenencia de los personajes que describe Rubén Darío. De esta manera podemos descubrir la mirada del autor hacia la mitología griega y el mito del Centauro. Por otro lado, la naturaleza responde a la aparición de los centauros, esto se puede ver por ejemplo cuando la montaña nota que los centauros están ahí en la isla y el conjunto de ellos ya son parte de ‘la apariencia’ de esta. También el autor presenta la idea de Divinidad, que lleva consigo el tema de la creación del mundo y, por ende, la naturaleza. Mediante este poema, Darío resalta la separación entre la Divinidad y la naturaleza. Un ejemplo de esto se ve reflejado en la presencia de personajes que no pertenecen al mundo natural, ya que sus cuerpos están compuestos por caballos y por humanos. Con todo esto se puede deducir la postura de Rubén Darío, ya que decide basar su poema en personajes que no son del todo naturales y, por ende, crea una separación también entre los seres divinos que no son naturales y estos seres mitológicos.
La muerte es uno de los temas principales en este poema, y está representado de diversas formas. Por un lado, Rubén Darío la muestra como el puente de relación entre los titanes y los hombres, ya que las musas cantan la muerte de los Titanes, lo que suponía el fin del mal frente al bien. Pero el pecado original que parte de los Titanes se transmite a los hombres, por medio de la reencarnación:
He aquí que renacen los lauros milenarios
terminarán en la Unión final con la divinidad
Esa Unión última se producirá desde la fusión de los contrarios:
Y anímase en mi cuerpo inmortal
la sangre del celeste caballo paternal.
Por medio de los personajes de Arneo y Quirón, Darío muestra la tensión fundamental de los contrarios, la de la vida y la muerte: la Vida se origina desde la Muerte; la Muerte es la causa de la Vida; una y otra se necesitan inexorablemente, no pueden existir por separado:
La Muerte es de la Vida la inseparable hermana
Puesto que los dioses son inmortales, al faltarles el opuesto de la Vida, esto es, la Muerte, tampoco tienen vida verdadera. Ésta es, pues, un privilegio de los mortales:
La Muerte es la victoria de la progenie humana.
Un símbolo como la palmera tiene relación con el Sol en sus ciclos de vida y muerte, esto es, de muerte y resurrección; por lo tanto la palmera simbolizaría la gloria e inmortalidad, estaría simbolizando el triunfo sobre la Muerte.
Otro personaje relacionado con este tema es Apolo que puede acompañarse del trueno, que procede de las regiones inferiores y está relacionado con la muerte.
Los centauros concluyen su coloquio en torno al tema de la muerte. La destreza de Darío crea un ambiente donde estas imágenes míticas reflejan la preocupación del autor por este tema. Se establece otra vez la conexión entre el carácter metafísico, esotérico de la muerte y el destino del hombre. La muerte, sobre todo, permanece en el misterio, y ostenta un carácter dual, como gran parte de los temas del poema: terrorífica y dulce, temida y deseada.
Finalmente, la imagen simbólica de la mujer que se plasma en los versos es en gran medida ambivalente, con tendencia a lo negativo, salvo la imagen que transmite Quirón. La mujer es para los centauros, a la vez, belleza que embriaga de modo sublime y portadora de muerte. Hipea es el centauro más misógino del poema, su aversión a la mujer está presente en su intervención:
Yo sé de la hembra humana la original infamia.
Venus anima artera sus máquinas fatales,
Tras los radiantes ojos ríen traidores males,
…………………………………………………
Ella la causa fuera de inenarrable espanto:
Por ella el ixionida dobló su cuello fuerte.
La hembra humana es hermana del Dolor y la Muerte.
Por lo analizado hasta aquí, puede decirse que el poema contiene la filosofía de la existencia, según Rubén Darío, expresada en forma dialogada, por lo que para algunos críticos emparentan este poema con el discurso dialéctico.
Analizando los personajes, diremos que los dieciocho centauros que dialogan fueron tomados de la Metamorfosis de Ovidio (poeta latino del siglo I a.c.). Los centauros son un ser híbrido que expresa la dualidad alma-cuerpo a través de su naturaleza, implica una unión de planos de realidad del mundo humano y el animal, que participa de la forma del hombre, en su pieza superior, y de la bestia, el caballo, en su pieza inferior. Los centauros son un símbolo que encarnan lo divino y lo mundano. A su vez, ellos mismos, parecen estar organizados jerárquicamente; por ejemplo la figura de Quirón se perfila claramente como voz de la sabiduría, mientras que los otros centauros le siguen en valor menor, desde el más ideal hasta el más carnal. Por otro lado, entre los mismos centauros, los hay “buenos” (Quirón y Folo) y los hay malos (los demás). Estas diferencias no perturban el hecho de que en el territorio de lo mítico vayan a “galope rítmico”, formando un patrón. Mencionamos algunos de los más significativos por las ideas que defienden.
QUIRÓN es un centauro inteligente, sabio y de buen carácter. Asume un rol notable como maestro de la humanidad, encarnación simbólica de la sabiduría de un tiempo eterno, siempre presente, y elemento de unión entre lo divino y lo humano encarnado en su naturaleza dual. Es el maestro de maestros (fue tutor de Aquiles, Teseo y Jasón, según la mitología griega). Se sabe, además, que la instrucción de Quirón no es puramente verbal o racional, supone la transformación del discípulo. Cuando los centauros empiezan a hablar, es Quirón quien habla primero. Quirón es intermediario entre el mundo perceptible y el de la temporalidad, el de los dioses y el humano, lo que expresa no sólo su figura híbrida de caballo y ser humano, sino su trasfondo mítico como transmisor de conocimiento. Habla de forma positiva sobre la mujer. Por otro lado, Reto dice que Quirón es, inmortal, en esencia (“por do salir no pudo la fuente de tu vida”) y es “Padre y Maestro Excelso”:
Eres la fuente sana
de la verdad que busca la triste raza humana
Quirón justifica su ciencia, como lo vemos en el siguiente verso:
La ciencia es flor del tiempo: mi padre fue Saturno
ABANTES interviene con un elogio a la Naturaleza, a la que califica de sagrada. Sostiene que bajo la apariencia de lo diverso, está lo Uno: ¨un mismo secreto¨, ¨una misma norma¨, que surge del ¨vientre de la tierra¨.
FOLO alude al origen mitológico, mostrando un ser rompiendo la maleza natural, calificada como cárcel. El centauro puede nutrirse de alimento superior que el sátiro (otro símbolo de un ser dual inferior en la escala). Folo tiene la ¨esencia humana¨ que le hace desear a las ninfas de la diosa virgen. Al mismo tiempo va nombrando divinidades de la Naturaleza como Eos-Aurora, Iris y los sátiros.
ORNEO es un centauro con pensamiento dualista limitado, desde su posición sostiene que las cosas siempre son lo que parecen, ¨el cuervo es malo y la torcaz es buena¨.
ASTILO es consciente de la existencia de un plano superior de interpretación, que en el poema es llamado Enigma, donde los opuestos se reconcilian. ¨El Enigma es el soplo que hace cantar la lira¨.
HIPEA sostiene que Venus es diosa doble o con máscara; debajo de su rostro radiante se esconde el dolor y la muerte.
CLITO dice que la Naturaleza, como una Madre, muestra las señales para la comprensión del Enigma; pero su secreto sólo se entiende con la inspiración divina que reciben los videntes.
ARNEO, junto a Quirón, trata de la tensión fundamental de contrarios, la de la vida y la muerte: la Vida se origina desde la Muerte; la Muerte es la causa de la Vida; una y otra se necesitan inexorablemente, no puedan existir por separado:
La Muerte es de la Vida la inseparable hermana.
EURETO dice que el hombre, con la arcilla de Prometeo y el fuego que éste robó a los dioses, obtuvo la vida y, con ella, el poder sobre la muerte.
El poema se cierra con un retorno al principio, las imágenes retoman movimiento después del diálogo de los centauros sobre el tema de la muerte. Todo el poema encarna el drama de la coexistencia misteriosa de la existencia humana que se bate entre la discontinuidad de los seres con el principio y la continuidad esencial con el mismo. Por esto el "Coloquio de los centauros" puede ser considerado como una filosofía de la existencia, un poema metafísico con mayúscula.